Militante expulsado de la CGT por su apoyo a Palestina
En su edición de noviembre de 2024 (véase la versión impresa más abajo), Initiative Communiste entrevista a Salah L., un activista franco-argelino expulsado de la CGT (Confederación General del Trabajo, uno de los sindicatos más grandes, antiguos e influyentes de Francia) por expresar opiniones disidentes. Salah critica los compromisos de la CGT con políticas imperialistas e injusticias, especialmente en lo relativo a Palestina, y advierte sobre el auge de tendencias autoritarias dentro del sindicato. Esta entrevista destaca un debate crucial sobre la libertad de expresión y la solidaridad internacional en el sindicalismo.
Initiative Communiste es la publicación oficial del Pôle de Renaissance Communiste en France (Polo de Renacimiento Comunista en Francia, PRCF), una organización francesa fundada en enero de 2004. Su objetivo es unir a los comunistas que se adhieren a un enfoque « auténticamente comunista », oponiéndose al giro reformista del Partido Comunista Francés (PCF). El PRCF promueve una perspectiva marxista-leninista y aboga por la acción revolucionaria para romper con el capitalismo, el imperialismo, y las políticas de la OTAN y la Unión Europea.
La dirección de la CGT se niega a luchar contra Israel
En la primavera pasada, Salah L., alias el bloguero Alain Marshal (anagrama de su nombre), fue expulsado de la CGT Educ’action del Puy-de-Dôme [sección local del sindicato CGT, centrada en representar a los trabajadores de la educación en la región de Auvernia, departamento 63, en el centro de Francia] por haber criticado, en una carta abierta [español], la posición de la confederación tras el ataque de Hamás del 7 de octubre. Entre otros, varios representantes de la Unión Judía Francesa por la Paz (UJFP) firmaron la petición por la readmisión de Salah [español]. Aunque el PRCF no comparte las posiciones de Salah sobre las escuelas confesionales y el laicismo, y recuerda que Netanyahu ha favorecido cínicamente movimientos islamistas y anticomunistas como Hamás para debilitar la resistencia marxista palestina, también condena la equiparación entre los colonizadores sionistas y los palestinos colonizados.
Salah (a la derecha) en una manifestación denunciando la presencia de Israel en el Tour de Francia, 12 de julio de 2023.
Initiative Communiste: ¿Podría explicar las razones de su expulsión de la CGT y bajo qué normas?
Salah: Oficialmente, fui expulsado de la CGT Educ’action del Puy-de-Dôme por “atentar contra los intereses materiales y morales del sindicato” (artículo 29 de nuestros Estatutos). Yo mismo invoqué el artículo 29 en razón de discriminaciones y presiones indignas que buscaban forzar mi dimisión, sin éxito. Fue mi denuncia interna de esta negación de la democracia, el 11 de noviembre de 2023, lo que se consideró un atentado contra los intereses del sindicato, justificando mi destitución del Comité Ejecutivo y la suspensión de mis derechos a partir del 17 de noviembre (derecho a formación, a información, etc.), seguida de mi suspensión arbitraria de la Comisión Ejecutiva el 13 de febrero de 2024, antes de mi exclusión el 12 de abril. Si en el mundo laboral se suspendiera y despidiera a un empleado por intentar hacer valer sus derechos, sería un escándalo. Pero la CGT parece aceptarlo.
En realidad, yo era un representante sólo de forma nominal. Me afilié a la CGT Educ’ 63 a principios de mayo de 2023 y fui elegido en el congreso a principios de junio, pero después se me impidió participar. La razón fueron mis opiniones “minoritarias” sobre las escuelas confesionales (defiendo su derecho a existir y me opongo a la visión laicista que pretende reprimir las creencias), la guerra en Ucrania (denuncio el atlantismo de la UE y la CGT), la Federación Sindical Mundial (apoyo el regreso de la CGT a esta organización) y temas sociales (aborto, LGBT, etc.), que considero ajenos al ámbito sindical. Mi exclusión se justificó en un supuesto “conflicto de valores”: el debate y el respeto al pluralismo se dejaron de lado frente al supuesto daño que yo causaba al sindicato al “negar [sus] valores fundamentales” y al “reivindicar [mi] derecho a defender otros valores” internamente, según el Comité.
Cuando, después del 7 de octubre, denuncié las posiciones de la Confederación y anuncié el 4 de noviembre mi intención de redactar una carta interna pidiendo un verdadero apoyo a la causa palestina (que se convirtió en una carta abierta [español] firmada por 7 secciones de la CGT y cientos de responsables sindicales, afiliados y simpatizantes), el Comité decidió expulsarme, argumentando que mi acción desacreditaba al sindicato y provocaba la pérdida de afiliados. La expresión de estas posiciones (que son las de los partidos de izquierda y de los sindicatos árabes, rechazando cualquier equivalencia entre ocupantes y ocupados, y defendiendo el derecho a la autodeterminación y a la lucha armada de un pueblo colonizado) fue calificada por el Comité como el “punto más crítico” y el agravante “más grave” que justificaba mi exclusión.
Initiative Communiste: ¿Cómo explica la postura de la dirección confederal sobre Israel y Palestina?
Salah: Tras el 7 de octubre, la Confederación validó la propaganda israelí, ampliamente desmentida desde entonces, y condenó en bloque a la resistencia palestina, a menudo reducida al Hamás, aunque está compuesta por más de diez facciones (incluidas dos marxista-leninistas) que cooperan estrechamente. Al pretender adoptar una posición “equilibrada” que equiparaba a una potencia regional ocupante con un pueblo oprimido y asediado, y al ignorar 75 años de masacres y expolios, la CGT no estuvo a la altura de las circunstancias. Se refugió en la autosatisfacción: ya no se trataba de defender principios, sino de garantizar su supervivencia como organización (la CGT incluso celebró la ruptura de la NUPES [coalición política de izquierdas opuesta a Macron] sobre este tema). Esto reveló una preocupante permeabilidad a los discursos dominantes.
Frente al primer genocidio de la historia abiertamente reivindicado por sus autores y retransmitido en directo, la reacción de la CGT fue ridícula. Una organización progresista e internacionalista de su magnitud debería estar en la vanguardia de la lucha por los derechos del pueblo palestino. Sin embargo, la CGT no solo está por debajo del derecho internacional, que consagra el derecho de los pueblos colonizados a liberarse por la fuerza, sino que también va a remolque de la indignación popular global ante la guerra de exterminio en Gaza. Más allá de manifestaciones esporádicas y comunicados tibios, no se ha emprendido ninguna acción concreta: ni contra el suministro de armas y equipos a Israel, ni en apoyo a acciones de boicot, etc. La CGT ni siquiera cuestionó sus relaciones con la Histadrut, pilar del colonialismo sionista que respalda las masacres en Gaza. Aunque la presión política, mediática y judicial sin precedentes tras el 7 de octubre puede explicar cierta cobardía, la ignorancia y el desinterés por Oriente Próximo llevaron a la dirección de la CGT a conformarse con generalidades obsoletas sobre una solución de dos Estados, ya imposible en la práctica [1]. Este mismo enfoque se observa en conflictos como los de Ucrania, Siria, Yemen, Libia, entre otros.
Por último, el legado colonial y anticlerical hace que muchos crean que el pueblo palestino debe emanciparse “a su pesar”, especialmente de su identidad islámica, a pesar de que esta sea fundamental, como reconocen las propias organizaciones marxistas palestinas. Con frecuencia, el apoyo al pueblo palestino está condicionado a que su proyecto social se alinee con el modelo occidental, lo cual refleja la definición imperialista de “democracia” que justificó el castigo colectivo contra Gaza, sometida a bloqueo por haber votado “incorrectamente” al elegir a Hamás. Esta postura resulta aún más incoherente considerando que, del lado israelí, los fanáticos religiosos ejercen un enorme control sobre el poder y la opinión pública, y que Israel es, en esencia, un proyecto teocrático. Sin mencionar el papel de los neoevangélicos estadounidenses en el apoyo incondicional de su país al genocidio. Sin embargo, el mito de Israel como bastión de los famosos “valores” occidentales sigue siendo tenaz.
Iniciativa Comunista: ¿En qué punto se encuentra hoy la lucha por su apoyo?
Salah: La UNSEN-CGT (Unión Nacional de Sindicatos CGT de la Enseñanza Nacional) confirmó mi exclusión al término de una audiencia de apelación el 21 de junio, en la que se prohibió toda interacción directa, para impedir que salieran a la luz las verdaderas causas de mi exclusión. He presentado un recurso ante la Confederación y estoy esperando su respuesta. Se ha publicado una carta de dimisión [español] de compañeros que han abandonado la CGT Educ’ de París en solidaridad conmigo. La petición para mi reincorporación [español] ha superado las 11.000 firmas, y seguimos movilizando a la mayor cantidad posible de personas contra esta represión intra-sindical.
Mi exclusión es un atropello a todo lo que la CGT ha representado históricamente, y no cesaré de exigir mi rehabilitación, porque he sido difamado con una acusación colectiva infame destinada a retratarme como un extremista religioso, algo que mi empleador presumiblemente ya conoce [español]. Si no se me exculpa de esta calumnia, lanzada en un contexto de regresión de derechos, racismo e islamofobia sistémicos, esta me perseguirá durante toda mi carrera, y mi exclusión de la CGT será otro punto en mi contra. Los defensores de la causa palestina son injustamente etiquetados como apologistas del terrorismo, especialmente si son árabo-musulmanes, pero es inadmisible que la CGT tolere semejantes amalgamas en su seno.
La historia muestra que esta represión puede fácilmente extenderse a otros « malpensantes » con opiniones, ideologías u orígenes diversos. Los motivos de descontento en nuestra sociedad son numerosos, y las divisiones dentro de la CGT, evidenciadas durante el último Congreso, son profundas. Una purga puede comenzar con algunos, pero nunca se sabe dónde terminará: todos los sindicalistas, independientemente de si comparten o no mis puntos de vista, deberían ser conscientes de ello. A diferencia de los partidos políticos, un sindicato existe para defender a los trabajadores más allá de sus diferencias. La misión histórica de la CGT es cumplir con su « doble tarea »: defender los intereses de cada trabajador y preparar el derrocamiento del capitalismo. Como militante, esto es precisamente lo que he hecho: apoyar sin distinción a todas las víctimas de injusticias y defender el internacionalismo de masas y de clase, lo que explica mi apoyo a la FSM.
NOTAS
[1] Sobre este tema, un comunicado del PRCF publicado el 12 de mayo de 2021 incluía el siguiente párrafo: « El PRCF reafirma plenamente su voluntad de ver nacer un verdadero Estado palestino junto al Estado israelí, al tiempo que brinda su apoyo a las fuerzas progresistas israelíes que trabajan por la paz y que también son víctimas de la extrema derecha fascista en Israel. Si el Estado palestino no pudiera concretarse, la solución residiría en la proclamación de un único Estado laico y progresista, que incluya a todas las poblaciones —judías, árabes y otras—, con el fin de poner fin tanto al islamismo como al sionismo colonialista y racista. »
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Para cualquier información, contacte a Salah: alainmarshal2@gmail.com
Artículo original en francés a continuación